Con lo a gustito que se duerme entre Papá y Mamá...¿por qué iba nuestro bebé a preferir dormir solo en una cuna fría y alejada de sus progenitores?
¿Habeis experimentado ya el coloquialmente denominado "síndrome de la cuna de pinchos?
Probablemente si estás leyendo este post la respuesta a la pregunta anterior sea afirmativa y tu bebé, al intentar acostarle en su cuna tras quedarse plácidamente dormido en los brazos de su madre o padre, tras el simple roce de su cuerpo con las sábanas se habrá transformado en "Chuky" para nuestra desgracia comenzando el fin de nuestra paz e inicio de sueño.
Si lo que queremos es reconducir el hecho de que nuestro hijo acabe a diario pasa por iniciar una rutina que el bebé poco a poco vaya asimilando.
Una vez más la clave, como casi todo en la crianza de los hijos, radica en la PACIENCIA y la CALMA. Este proceso es una carrera de fondo donde un día tras tiempo indeterminado (siento no poder ser más concisa, pero es así, cada niño y familia son un mundo) de seguir unas sencillas pautas el bebé como por arte de magia de repente un día ¡chas! LO CONSIGUIÓ.
EN BEBÉS
- Después de que el bebé se haya dormido, generalmente en brazos o al pecho tras la toma, lo mantengáis con vosotros en una postura cómoda para ambos el tiempo necesario hasta que sintáis que la respiración del bebé es profunda y está plácidamente dormido.
- Como en ocasiones lo que les despierta al acostarle en la cuna es el cambio de temperatura entre lassábanas y el pecho de Mamá o Papá, podéis cubrir al bebé con una muselina de algodón y sobre esta acostarle en la cuna.
- En recién nacidos los primeros meses puede ser muy útil con esta misma muselina envolverles a modo de paquete a los bebés les suele calmar mucho porque se sienten recogidos.
- Realizar un nido de contención, que delimite la cuna. Podéis emplear toallas y cubrirlas con una sábana. Este método se emplea mucho en unidades neonatales para que el bebé se sienta más recogido, mantenga su posición natural de flexión estilo fetal y sienta límites tanto en cabeza como pies dándole seguridad.
- Emplear un doudou o muñeco de apego que huela a sus papás. Esto varía mucho según cada niño, los hay que una vez que se apegan a su muñeco es un drama alejarlos de él y los hay que no lo quieren ver ni en pintura. Nuestra hija fue un término medio entre indiferencia inicial, ligero apego y ahora con 21 meses está en la fase de echarlos de la cuna. Ya descubriréis de que estilo es vuestro hijo.

Respecto a la recomendación que aparece en muchas guías sobre el tema del sueño, sobre el hecho de acostarle medio dormido para que se aprenda a dormir solo, para mí fue una utopía, nos costó mucho llegar a ello porque no conseguíamos que no llorara con este método y lo que sí tenía claro era que no quería que llorara sin fin hasta que de agotamiento y tristeza se durmiera.
Pero ánimo a cualquiera que lo probéis, me parece buena idea (sin llanto, claro), aunque reconozco que yo me rendí. A lo mejor no tuve la suficiente paciencia...puede ser, pero no me arrepiento de ello, porque cada mañana que por agotamiento, la niña se despertaba a nuestro lado nos llenaba de felicidad y qué decir tiene de los días que decía ¿mami?Papi? y nos daba un beso y un abrazo de buenos días. En esos momentos pensaba ¡¡Viva el colecho reactivo!! (término que escuché por primera vez en un curso sobre alteraciones de alimentación en el Hospital Niño Jesús, a una pediatra que hablaba del sueño, y que lo definía como padres que terminan acostando al bebé en su cama como solución al problema de no poder dormir al niño, reaccionando así ante una situación de falta de control del sueño)
Entre todos los métodos que empléis, estos u otros, creo que lo más importante es la constancia en el hecho de acostar al bebé en su cuna, las veces que sean necesarias siguiendo la rutina:
1. Consolarlo: muchas guías os dirán que lo hagais desde la cuna, evitando coger al niño, así, en la distancia. Yo pocas o casi nunca he podido hacerlo, entre otras cosas porque se me partía el alma. Soy partidaria de cogerlo, acunarlo, acariciarle, darle besitos, susurrarle...para calmarle. Si os ve hacer esto vuestra abuela os dirá "¡estás malcriando al niño! que se va acostumbrar a los brazos". No debemos olvidar que estás cosas nos las dicen con cariño y pensando que es lo mejor, aunque en aquellas épocas la filosofía era la de hacer a los hijos fuertes, para que sepan lo dura que es la vida, con escasos signos de cariño.
2. Tenerlo en brazos hasta que esté completamente k.o.
3. Volverlo a acostar en la cuna siguiendo las recomendaciones anteriores.
Este proceso es duro, requiere muuucha paciencia y sobre todo estar descansado. Siendo realistas esto se aplicará cuando sea posible, siempre anteponiendo el desanso de los padres y siendo conscientes de lo complicado que resulta la conciliación familiar y laboral en estos momentos.
Habrá días que se de mejor, otros peor, no pasa nada, asumir la situación, es así, es parte de la crianza y con ello evitareis muchas frustraciones. Porque el día que no está malo, le está saliendo un diente, o está estreñido ... es muy frecuente que haya situaciones que incomoden al niño y lo haga despertarse por la noche.
¡¡¡Mucho ánimo!!!